“Sin
ideología no hay revolución”, esta frase se la escuché a uno de mis mentores
políticos en el transcurrir de mi vida universitaria, mi gran amigo y hermano
Wladimir Ramos, a quien le estaré agradecido hoy y siempre por sus grandes
enseñanzas dentro de lo que era la amistad, rectitud, honestidad y su manera
crítica de objetar las cosas que no respondían al estamento revolucionario. Su
casa siempre fue de sus amigos más queridos, donde los protegía como si fueran hermanos algo
menores que él.
En
todo momento insistió en la formación práctica y teórica de cómo construir un
modelo de país distinto al que para ese momento combatíamos con gallardía y
convicción, tanto en las aulas como por las calles y avenidas de Mérida y de
otras regiones del País. Para él mi más sincero agradecimiento y reconocimiento
de buen maestro.
Debo
confesar que mi militancia estuvo siempre asociada a movimientos estudiantiles
que, para el momento, respondían al planteamiento progresista y vanguardista de
la corriente perteneciente a la izquierda venezolana, muchos de ellos
traicionaron y mataron su idea al pactar con la derecha y con la oligarquía de nuestro país, hoy me
pregunto ¿Qué tan revolucionarios eran que fueron capaces de vender su alma al
diablo? pero bueno, ya la historia los juzgará. Continuando con lo expuesto,
reconozco que los gritos y consignas en las luchas de calles incluían la
asimilación ideológica de su contenido, y ese mismo contenido producía que las
frases fueran puras, por eso se podían escuchar a kilómetros. Pero esta magia
era solo posible con el estudio permanente que nos contagiaba la idea de un
nuevo paradigma con raíces socialista, dentro de tantas lecturas, quizás, la
que más me impactó fue Las venas abiertas de América Latina de Eduardo
Galeano, ya que me permitía conocer sobre el pasado, el presente y las
proyecciones de futuro de nuestra región, avivando un sentido crítico ante los
diversos actores imperialistas que
mataban y saqueaban nuestras poblaciones originarias, cosa que se siguió
repitiendo en el tiempo, con nuevas estrategias que llevaban a los países de la
región a la miseria.
Otro
autor que entusiasmaba a diversos colectivos fue el Che Guevara por su espíritu libertario, quien, quizás por
nuestra juventud, era más idealizado en las comunidades de la izquierda
universitaria. Pero sin lugar a duda fue la obra de Simón Bolívar la que nos motivaba a no desmayar en el
intento. No puedo dejar de mencionar que existieron otros autores en ese
proceso formativo: Karl Marx, Friedrich Engels,
Lenin, Trotsky, Stalin… latinos como Fidel Castro, José Martí, Emiliano Zapata,
El subcomandante Marcos, Augusto César Sandino y otros que ofrendaron sus vidas
al proceso revolucionario de la región.
Esa ideología que cabalgué me mostró la poesía
de Neruda, Andrés Eloy Blanco y Mario Benedetti; y canciones que inspiraban por
el contenido de sus letras a continuar la lucha: Silvio Rodríguez, Pablo
Milanés, Facundo Cabral, Violeta Parra, Jorge Cafrune, Joan
Manuel Serrat, El Grupo Guaraguao y nuestro gran cantor del Pueblo Alí Primera.
¿Cómo olvidar la Organización
Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes OCLAE? congresos que se
realizaban en La Habana y reunían un gran numero de estudiantes
latinoamericanos, para profundizar en la comprensión de la autodeterminación de
los pueblos de América Latina y la lucha permanente ante los caprichos e
imposiciones imperialistas que, para el momento, reinaban en muchos países de
nuestra región, ofertando recetas de supuestos desarrollo que tenían como fin
último incrementarles su deuda externa y acrecentar la interna, validando de
esta manera la dependencia de los mismos.
La
OCLAE resultó una forma muy hermosa de resistencia popular de la juventud
latinoamericana que conocía con claridad el motivo y la importancia de la
lucha, sin temor a la toma de las armas si era necesario. Fueron muchas las inspiraciones que se
desprendían para nosotros los estudiantes de nuestra época: el Mayo Francés al
igual que la Reforma Universitaria de Córdoba. Recuerdo las lagrimas en mis
ojos al ver la película La noche de los lápices, identificándome con la
trama que, lejos de acobardarme, me hacia mas crítico y vanguardista,
comprometido y dispuesto a dar todo lo mejor en la batalla de la ideas
transformadoras para mi tierra venezolana.
Todavía
recuerdo con mucha claridad cómo mirábamos, de manera clandestina y con gran
admiración, los videos de los comandantes Hugo Chávez Frías y Arias Cárdenas,
sacados de manera subrepticia de la cárcel donde se encontraban recluidos, donde
explicaban los motivos que los llevaron a tomar la medida de insurrección y, a
su vez, el proyecto político que se planteaban; además de los actos de
hostigamiento y persecuciones de la DISIP.
Muchos nos identificamos de manera pasiva y activa con estas
grabaciones, las cuales iniciaron el acompañamiento al Proyecto Bolivariano
liderizado por el hoy Comandante Presidente Hugo Chávez Frías.
Por
estas razones hay que rescatar el saber ideológico para no ser nunca más
victimas de los intereses imperialistas, que buscan alcanzar altos niveles de
exclusión del conocimiento, obteniendo como producto mentes manipulables a sus
intereses. La educación y el conocimiento nos hacen libres y aquellos hombres
que olvidan su pasado tendrán incierto su futuro. Es necesario rescatar los círculos de
lectura, las sociedades bolivarianas, las escuelas de formación ideológica,
pues ellas nos permitirán acentuar las bases de nuestra propuesta
revolucionaria en marcha.
No
podemos aceptar una idea distinta a la presentada por el comandante presidente
que logró ir más allá, haciéndonos reconocer que en nuestra historia se pueden
contar muchos hombres luchadores que ayudaron a emancipar la idea libertaria.
Situación que nos trataron de ocultar al cambiar los verdaderos hechos de la
historia de Venezuela con la finalidad de evitar el grito y rebeldía de las
clase mas desasistidas, concentrando el poder en pequeños grupos que, día a
día, estaban regalando una tierra ya liberada por nuestro padre de la patria
Simón Bolívar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario