Haz que tus familiares te reverencien
más que te teman, pues el amor sigue a la reverencia, mas el temor al odio.
La
frase “vivir sin que nadie me fastidie” suele
ser más compleja de lo que creemos. La única forma en la que alguien puede ser dueño de esa frase de
manera absoluta, es bajo la forma del aislamiento, que de seguro puede traer
algunas satisfacciones puntuales, pero también una profunda y triste soledad. Estoy
convencido de que, producto de la observancia sistemática y cronológica de la
civilización humana, fue necesaria la
creación de una institución llamada familia, que se maneja en el área biológica,
religiosa y social. Su dinámica vincula tres áreas como son la genética, lo
espiritual y las relaciones sociales. Ahora
bien, debemos reconocer que la fusión de nuestros padres generaron un producto:
nosotros. Lo maravilloso y realmente sorprendente es que vamos a ser capaces de
repetir la historia en el tiempo y el espacio; y esa historia tiene que ser lo
más honesta, fraternal, humana, divina y espiritual posible. Debe haber una
observación permanente de las conductas asumidas por nosotros “los racionales”,
para irradiarlas a quienes, a su vez, van a ser los productos de nuestras vidas,
convertirnos en vitrinas de buenas costumbres y valores e iniciar en ellos o
ellas la piedra fundacional de la sabiduría y del amor por sus familiares.
No
es difícil entender que la familia es la suma de varios individuos vinculados
genéticamente, pero con distintas visiones y comportamientos. Igualmente, en la
familia también existen oportunidades y hay quienes entienden lo ventajoso que serán
esas oportunidades en el futuro. Lo ideal es que todos sepan aprovechar y
comprender ese marco de oportunidades, sin embargo, en la realidad no sucede
así. En el futuro puedes ser un individuo bendecido por el éxito, pero con una
familia disociada por culpa de algunos de sus miembros, y estos son
comportamientos individuales que terminan afectando el entorno familiar.
Así, puedes mudarte a Marte o a
cualquier otro planeta, pero donde vayas siempre serán tu familia y negar a alguno
de ellos es negarte a ti mismo.
Tu
familia siempre te va a ver como una referencia y un ejemplo a seguir, nunca
opaques esa realidad sacando en cara lo que das, pues es posible que si ellos estuvieran en tu
carne de seguro lo harían por ti, sin esperar nada a cambio.
Por
otra parte, ser una referencia es una consecuencia lógica de tu inteligencia,
si no pregúntate porqué en una contienda electoral todos quieren una foto con
el candidato o estrecharle la mano; incluso, cuántos o cuántas quieren estar al
lado de su artista favorito por la fama que representa. En la familia también
ocurre que nos convertimos en esa referencia y todos vienen con la intención de
solicitar nuestros conocimientos y visiones acerca de las cosas que por algún
momento los agobia. Entonces, ¿qué enseñanza les estamos dando a nuestros hijos
cuando ven que sus papás no les hablan a quienes biológicamente son sus tíos o
tías o cuando miran asombrados las discusiones entre ellos? ¿Es que acaso
tenemos que sentirnos orgullosos de eso y nos confundimos al creer que bajo esa
modalidad les estamos formando el carácter a nuestros hijos? Esa no puede ser
la sociedad y el mundo que queremos, tenemos una responsabilidad histórica que
revierte toda manera de expresión que
atente contra el desarrollo armónico familiar.
Es
en esa institución llamada familia que de manera integral se deben asentar las
bases para una sociedad mejor. La perfección no es más que cúmulos de
imperfecciones. Por eso, es mejor revindicar la reflexión y llevarla a la
acción. Converjo en la idea de la rectitud y disciplina, pero son aún más
importantes la comunicación, la tolerancia, la aceptación y la negociación. Por
más que podamos creer que las diferencias son para siempre, hasta que no nos
aceptemos tal cual somos no habrá avances. Racionalicemos con el corazón el
concepto del perdón y aceptemos que la armonía familiar es la única que puede
revertir los graves problemas que aquejan a las sociedades de nuestra única y
gran nave espacial, según Walter Martínez.
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