jueves, 3 de noviembre de 2011

Lorena es y sera amiga, novia, esposa y amor:



Empezaste siendo mi amiga. Luego de tanta insistencia te convertiste en mi novia y, finalmente, pasamos a ser esposos, bendiciendo nuestra unión en un altar con familiares y grandes amigos. Ahora, nos hemos convertido en algo extremadamente maravilloso llamado amor. Este es el resumen que puedo hacer de nuestra gran historia o sacramento. Podría pasarme el resto de mi vida buscando la palabra, frase, oración, párrafo o texto con qué describir lo grandioso que es tenerte a mi lado, pero estoy convencido de que ni en mi lecho de muerte encontraré una forma de describir el inmenso y profundo amor que siento por ti. Como amiga, fuiste muy especial. Era una mezcla de inocencia y madurez, que cobijaba la esperanza de no ser maltratada y engañada sentimentalmente. Tu naturalidad despertó mi interés por protegerte y, cada día, me preocupaba más por ti, incluso llegué a experimentar sentimiento paternalista, pues te cuidaba hasta de las cosas que, de seguro, no te iban a hacer daño. Me tomé muy en serio ese rol de ser amigo y, a través de él, comencé un buen día a mirarte como mujer. A partir de ese momento se complicaron mis sentimientos. No hubo espacio en mi corazón para otra imagen que no fuera la tuya. Me convertí en un amante permanente de tu belleza, te miraba y mi subconsciente hacia analogías con las grandes diosas egipcias, mientras tu bondad se encargaba de enamorarme realmente de ti. Me sentía tan orgulloso, entonces, como me siento ahora de caminar a tu lado, entrelazando nuestras manos ante las miradas disimuladas de los transeúntes de las calles y avenidas de Mérida. Con gran sentido de responsabilidad logramos nuestro sueño de hacernos profesionales. Fueron diez años construyendo un noviazgo respetuoso, cargado de la mejor herencia que nos han dado nuestros viejos. Nos sirvieron de mucho esas clases de ética y moral, que sin duda alguna hoy transferimos a nuestro hijos. El momento de hacerte mi esposa fue el más maravilloso de todos, nuestra unión ya se convertía en una realidad e iniciamos una vida juntos, interrumpida por dos milagros de vida producto de nuestra querencia, fuimos capaces de crear a Venus y Marte, estos dos planetas que nos dicen mamá y papá, en ellos se encuentran mezcladas nuestras caricias, pasiones y sueños. Y son los que configuran nuestra unión hasta después de la muerte. Pero una nueva etapa apareció, una que trasciende a todas las anteriores y que se puede decir en una sola palabra: Esa que denominamos amor. Es una etapa que está muy vinculada con el esencialismo porque nuestra unión ya es espiritual, es decir impermeable a cualquier virus de separación. Gracias a mi creador, a ese gran arquitecto del universo, que decretó el hecho de conocernos y vivir juntos para siempre.            

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