jueves, 5 de julio de 2012

Sin ideología no hay revolución




“Sin ideología no hay revolución”, esta frase se la escuché a uno de mis mentores políticos en el transcurrir de mi vida universitaria, mi gran amigo y hermano Wladimir Ramos, a quien le estaré agradecido hoy y siempre por sus grandes enseñanzas dentro de lo que era la amistad, rectitud, honestidad y su manera crítica de objetar las cosas que no respondían al estamento revolucionario. Su casa siempre fue de sus amigos más queridos, donde  los protegía como si fueran hermanos algo menores que él.

En todo momento insistió en la formación práctica y teórica de cómo construir un modelo de país distinto al que para ese momento combatíamos con gallardía y convicción, tanto en las aulas como por las calles y avenidas de Mérida y de otras regiones del País. Para él mi más sincero agradecimiento y reconocimiento de buen maestro.

Debo confesar que mi militancia estuvo siempre asociada a movimientos estudiantiles que, para el momento, respondían al planteamiento progresista y vanguardista de la corriente perteneciente a la izquierda venezolana, muchos de ellos traicionaron y mataron su idea al pactar con la derecha y  con la oligarquía de nuestro país, hoy me pregunto ¿Qué tan revolucionarios eran que fueron capaces de vender su alma al diablo? pero bueno, ya la historia los juzgará. Continuando con lo expuesto, reconozco que los gritos y consignas en las luchas de calles incluían la asimilación ideológica de su contenido, y ese mismo contenido producía que las frases fueran puras, por eso se podían escuchar a kilómetros. Pero esta magia era solo posible con el estudio permanente que nos contagiaba la idea de un nuevo paradigma con raíces socialista, dentro de tantas lecturas, quizás, la que más me impactó fue Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, ya que me permitía conocer sobre el pasado, el presente y las proyecciones de futuro de nuestra región, avivando un sentido crítico ante los diversos actores imperialistas que  mataban y saqueaban nuestras poblaciones originarias, cosa que se siguió repitiendo en el tiempo, con nuevas estrategias que llevaban a los países de la región a la miseria.

Otro autor que entusiasmaba a diversos colectivos fue el Che Guevara por  su espíritu libertario, quien, quizás por nuestra juventud, era más idealizado en las comunidades de la izquierda universitaria. Pero sin lugar a duda fue la obra de Simón Bolívar  la que nos motivaba a no desmayar en el intento. No puedo dejar de mencionar que existieron otros autores en ese proceso formativo: Karl Marx, Friedrich Engels, Lenin, Trotsky, Stalin… latinos como Fidel Castro, José Martí, Emiliano Zapata, El subcomandante Marcos, Augusto César Sandino y otros que ofrendaron sus vidas al proceso revolucionario de la región.

Esa ideología que cabalgué me mostró la poesía de Neruda, Andrés Eloy Blanco y Mario Benedetti; y canciones que inspiraban por el contenido de sus letras a continuar la lucha: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Facundo Cabral, Violeta Parra, Jorge Cafrune, Joan Manuel Serrat, El Grupo Guaraguao y nuestro gran cantor del Pueblo Alí Primera.

¿Cómo olvidar la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes OCLAE? congresos que se realizaban en La Habana y reunían un gran numero de estudiantes latinoamericanos, para profundizar en la comprensión de la autodeterminación de los pueblos de América Latina y la lucha permanente ante los caprichos e imposiciones imperialistas que, para el momento, reinaban en muchos países de nuestra región, ofertando recetas de supuestos desarrollo que tenían como fin último incrementarles su deuda externa y acrecentar la interna, validando de esta manera la dependencia de los mismos.

La OCLAE resultó una forma muy hermosa de resistencia popular de la juventud latinoamericana que conocía con claridad el motivo y la importancia de la lucha, sin temor a la toma de las armas si era necesario.  Fueron muchas las inspiraciones que se desprendían para nosotros los estudiantes de nuestra época: el Mayo Francés al igual que la Reforma Universitaria de Córdoba. Recuerdo las lagrimas en mis ojos al ver la película La noche de los lápices, identificándome con la trama que, lejos de acobardarme, me hacia mas crítico y vanguardista, comprometido y dispuesto a dar todo lo mejor en la batalla de la ideas transformadoras para mi tierra venezolana.

Todavía recuerdo con mucha claridad cómo mirábamos, de manera clandestina y con gran admiración, los videos de los comandantes Hugo Chávez Frías y Arias Cárdenas, sacados de manera subrepticia de la cárcel donde se encontraban recluidos, donde explicaban los motivos que los llevaron a tomar la medida de insurrección y, a su vez, el proyecto político que se planteaban; además de los actos de hostigamiento y persecuciones de la DISIP.  Muchos nos identificamos de manera pasiva y activa con estas grabaciones, las cuales iniciaron el acompañamiento al Proyecto Bolivariano liderizado por el hoy Comandante Presidente Hugo Chávez Frías.

Por estas razones hay que rescatar el saber ideológico para no ser nunca más victimas de los intereses imperialistas, que buscan alcanzar altos niveles de exclusión del conocimiento, obteniendo como producto mentes manipulables a sus intereses. La educación y el conocimiento nos hacen libres y aquellos hombres que olvidan su pasado tendrán incierto su futuro.  Es necesario rescatar los círculos de lectura, las sociedades bolivarianas, las escuelas de formación ideológica, pues ellas nos permitirán acentuar las bases de nuestra propuesta revolucionaria en marcha.

No podemos aceptar una idea distinta a la presentada por el comandante presidente que logró ir más allá, haciéndonos reconocer que en nuestra historia se pueden contar muchos hombres luchadores que ayudaron a emancipar la idea libertaria. Situación que nos trataron de ocultar al cambiar los verdaderos hechos de la historia de Venezuela con la finalidad de evitar el grito y rebeldía de las clase mas desasistidas, concentrando el poder en pequeños grupos que, día a día, estaban regalando una tierra ya liberada por nuestro padre de la patria Simón Bolívar.   

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