viernes, 7 de octubre de 2011

Carta a mis hijos

Hoy quiero compartir con ustedes una carta que le hice a mis hijos, cuando trabajaba lejos de ellos en el estado Portuguesa, fue un momento bien difícil por el que estaba pasando y fui presa de la nostalgia, esta carta tiene un gran significado para mí y cada día que la leo, amo mas a mi familia mi única y verdadera gloria.





Guanare 01 de julio del 2010





Carta a mis hijos:



Acompañado de continuos recuerdos de mi entorno familiar inmediato, insisto esta noche, en la búsqueda de palabras capaces de trasmitir ese lenguaje oculto producto del espíritu, que solo es descubierto a través de los gestos de bondad que irradiamos hacia aquellas personas que hemos decidido amar y amamos. Una de las cosas extrañas que tiene el amor es su subjetividad en esos elementos de expresión que intentamos automatizar bajo términos que nos conducen al amor puro y verdadero. Términos como el respeto, la fidelidad, el cariño, la comprensión, la comunicación, la aceptación y la  tolerancia, entre otros. Si intentamos vincular cada uno de ellos en un todo el alcance tiene que ser maravilloso.

En mi caso, son innumerables la cantidad de cosas hermosas por las cuales he decidido vivir y amar con profundidad, hoy mi atención se dirige hacia dos seres que me han robado, al igual que su madre, todo mi ser. Los vi germinar en el vientre materno, siempre fue mi interés involucrarme en sus distintas evoluciones embrionales y mucho más fuerte fue mi alegría cuando aquel espacio frío del quirófano se inundó de ese calor familiar gracias a su presencia, muchos fueron los sentimientos encontrados… No hallaba cómo hacerle ver a su mamá y a nuestro creador, lo feliz que me encontraba y agradecerles, a la vez, por tan bellos regalos; mis hijos. Su llanto era de satisfacción por incorporarse a mi núcleo familiar… Así lo sentí en aquel momento. Recuerdo, entonces dos eventos maravillosos: mis lágrimas de victoria y el beso tan verdadero que le di a su mamá como agradecimiento por tan hermoso regalo. Confieso que no quise desperdiciar un instante y, pese a mis responsabilidades laborales buscaba que ese encuentro fuera especialmente inolvidable, como hasta ahora ha sido. Estoy seguro de que, tanto para su mamá como para mí, ha sido el momento más increíble que hemos vivido. Estuve pendiente de todas sus atenciones médicas iniciales; mientras me moría por acortar la distancia para tenerlos entre mis brazos, junto a mi pecho y susurrarles al oído lo tanto que los amaba. Hoy lo sigo haciendo. Hijos, deben saber que su papá está convencido de que no puede amar con tanta intensidad otra cosa que no sea a ustedes y a su mamá. Solo le pido a dios que me permita continuar disfrutando de su presencia, que ese triángulo maravilloso que vino a atrapar mi atención y mi vida se mantenga en el tiempo.

María, tu centras mi razón y la vuelcas hacia ti misma, hija. ¡Qué linda experiencia fue conocerte! pero aún más maravilloso es convertirte en una persona con fuertes principios morales, éticos y religiosos que te garanticen ser una gran mujer, como aquella de la cual yo me enamoré y me dio la satisfacción de tener dos hijos encantadores, que representan nuestra continuidad en este planeta. Pero esta labor de moldearte poco a poco no la realizo solo, sino junto a tu madre, mi compañera…



He tratado de dibujar en ti valores que complementen ese ángel que significas en mi vida. ¡Qué hermoso fue oírte decir por teléfono, aquel día, que querías compartir un secreto conmigo! Y mi sorpresa fue mayor cuando me dijiste que el secreto era que estabas enamorada de mí, ¡Qué bello y tierno fue ese gesto! De inmediato aparecieron en las ventanas de mis ojos algunas gotas cristalinas acompañadas de una sonrisa que se mantuvo por un buen rato. Le di gracias a dios porque en mi ausencia mi hija me amaba. Mi interés, hija, es que seas linda de espíritu, que es la belleza real. Te invito a que seas inteligente, culta y que le temas al poder de nuestro redentor. Lo tienes y lo puedes todo.

Joseíto, mi bebé grandote, mi ratificación de amor verdadero hacia mi hogar, mi alegría reencontrada, mi “Toto”… mi muchacho loco… Es difícil encontrar valores humanos en tan temprana edad, pero tú hijo, eres la excepción. Veo con gran asombro cómo adoptas conductas de disciplina y obediencia que difícilmente se encuentran en personas adultas. Veo, hijo, tanta responsabilidad en tan pocos años, que me preocupa el hecho de que no vivas tus etapas de vida con lo asociado a ellas. Eres mago sin saberlo, hijo, y esa magia la dibujas en forma de ángel cuando sonríes y me abrazas, me llenas tanto, hijo, que me invitas por tu madurez a seguir adelante y no desfallecer en el camino. Tu fuerza genera en mí el anhelo de vivir miles de años. Confirmaste el amor de tu madre y el mío y, junto a tu hermana, me haces sentir el ser más feliz de este universo.

A ti, esposa, solo te puedo decir que es imposible que yo pueda amar a alguien con tanta intensidad como te amo a ti, gracias por existir…

Por siempre juntos y benditos por nuestro creador.

Se despide,    



PAPÁ     

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