jueves, 7 de junio de 2012

REVINDICO EL CONCEPTO DE FAMILIA


Haz que tus familiares te reverencien más que te teman, pues el amor sigue a la reverencia, mas el temor al odio.






La frase “vivir sin que nadie me fastidie” suele ser más compleja de lo que creemos. La única forma en la  que alguien puede ser dueño de esa frase de manera absoluta, es bajo la forma del aislamiento, que de seguro puede traer algunas satisfacciones puntuales, pero también una profunda y triste soledad. Estoy convencido de que, producto de la observancia sistemática y cronológica de la civilización humana, fue  necesaria la creación de una institución llamada familia, que se maneja en el área biológica, religiosa y social. Su dinámica vincula tres áreas como son la genética, lo espiritual  y las relaciones sociales. Ahora bien, debemos reconocer que la fusión de nuestros padres generaron un producto: nosotros. Lo maravilloso y realmente sorprendente es que vamos a ser capaces de repetir la historia en el tiempo y el espacio; y esa historia tiene que ser lo más honesta, fraternal, humana, divina y espiritual posible. Debe haber una observación permanente de las conductas asumidas por nosotros “los racionales”, para irradiarlas a quienes, a su vez, van a ser los productos de nuestras vidas, convertirnos en vitrinas de buenas costumbres y valores e iniciar en ellos o ellas la piedra fundacional de la sabiduría y del amor por sus familiares.

No es difícil entender que la familia es la suma de varios individuos vinculados genéticamente, pero con distintas visiones y comportamientos. Igualmente, en la familia también existen oportunidades y hay quienes entienden lo ventajoso que serán esas oportunidades en el futuro. Lo ideal es que todos sepan aprovechar y comprender ese marco de oportunidades, sin embargo, en la realidad no sucede así. En el futuro puedes ser un individuo bendecido por el éxito, pero con una familia disociada por culpa de algunos de sus miembros, y estos son comportamientos individuales que terminan afectando el entorno familiar. Así,  puedes mudarte a Marte o a cualquier otro planeta, pero donde vayas siempre serán tu familia y negar a alguno de ellos es negarte a ti mismo.

Tu familia siempre te va a ver como una referencia y un ejemplo a seguir, nunca opaques esa realidad sacando en cara lo que das,  pues es posible que si ellos estuvieran en tu carne de seguro lo harían por ti, sin esperar nada a cambio. 

Por otra parte, ser una referencia es una consecuencia lógica de tu inteligencia, si no pregúntate porqué en una contienda electoral todos quieren una foto con el candidato o estrecharle la mano; incluso, cuántos o cuántas quieren estar al lado de su artista favorito por la fama que representa. En la familia también ocurre que nos convertimos en esa referencia y todos vienen con la intención de solicitar nuestros conocimientos y visiones acerca de las cosas que por algún momento los agobia. Entonces, ¿qué enseñanza les estamos dando a nuestros hijos cuando ven que sus papás no les hablan a quienes biológicamente son sus tíos o tías o cuando miran asombrados las discusiones entre ellos? ¿Es que acaso tenemos que sentirnos orgullosos de eso y nos confundimos al creer que bajo esa modalidad les estamos formando el carácter a nuestros hijos? Esa no puede ser la sociedad y el mundo que queremos, tenemos una responsabilidad histórica que revierte toda manera  de expresión que atente contra el desarrollo armónico familiar.

Es en esa institución llamada familia que de manera integral se deben asentar las bases para una sociedad mejor. La perfección no es más que cúmulos de imperfecciones. Por eso, es mejor revindicar la reflexión y llevarla a la acción. Converjo en la idea de la rectitud y disciplina, pero son aún más importantes la comunicación, la tolerancia, la aceptación y la negociación. Por más que podamos creer que las diferencias son para siempre, hasta que no nos aceptemos tal cual somos no habrá avances. Racionalicemos con el corazón el concepto del perdón y aceptemos que la armonía familiar es la única que puede revertir los graves problemas que aquejan a las sociedades de nuestra única y gran nave espacial, según Walter Martínez.

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