sábado, 27 de agosto de 2011

Entre el Perdón y el Odio


Que mejor ejemplo, el de Jesús de Nazaret al ofrendar su vida, para que la humanidad fuera perdonada por su padre, cuando escuchamos el término perdón, nos aterra porque creemos que al practicarlo, nos convertimos en personas débiles, frágiles, vulnerables; como somos de tontos al pensar de esta manera. En una oportunidad conversando con mi padre, a quien considero mi orientador y gran amigo, me decía: ¡sabes Joselino¡, el perdonar te libera de la inmundicias y miserias humanas, el perdón te hace ser libre y esa libertad es lo que en definitiva te va hacer crecer y ser amplio de bondad y sabiduría, pero tranquilo hijo que las otras cosas efímeras del mundo material, por la que los hombres pierden hasta la vida misma, puedes adquirirla con dinero, que seguro lo lograras obtener hipotecando por un buen tiempo tu vida, bajo un término que le denominan trabajo, otros más osados de corriente progresista o también conocidos como socialista lo denominan la explotación del hombre por el hombre y los capitalistas lo describe como productividad, lo triste hijo es que en eso llamado trabajo, mientras mas intenso se muestra, la familia nuestra única y verdadera riqueza es la más que se ve abatida y hasta corre el riesgo de perderse. Recuerdo esta reflexión de mi padre como un elemento que conduce a un análisis de nuestro comportamiento interpersonal en lo familiar y extra familiar. Claro que se puede vivir tranquilo, esto lo empezamos a lograr en el momento que entendemos que no somos dueños de verdades absolutas, que tenemos el derecho humano de errar, pero a través de nuestras equivocaciones podemos mejorar para bien, es solo entender que en el momento que perdonamos nos acercamos mas a la racionalidad, tan necesaria para construir una verdadera nación, que prevalezca el humanismo. Ahora bien, el odio como un elemento donde se dibuja el rencor, envidia e intriga, termina convirtiéndose en maldad, causando sorpresas inexplicables al hacerte crecer en el mundo netamente material a cambio de la pobreza del alma, este escenario si es cruel pero es a este al que muchos le gusta apostar, desencadenando a final del camino un exponencial cumulo de angustias y deseo de ser perdonado, por quienes fueron perjudicados con sus actos que seguro en el momento que los materializabas lo celebrabas con buenas y costosas bebidas, lo que no pensabas en ese momento es que te encontrabas construyendo tu propio infierno. Yo me pregunto, como podemos aconsejar y hablarle a nuestros hijos de amor sintiendo por algo o hacia alguien odio en nuestro corazón, como sugerimos cambio alguno en una persona cuando nuestros actos movidos por el odio nos contradicen, como hablar de felicidad si somos constructores de infiernos, como hacer las cosas sin antes haberlas soñados, como pedir clemencia cuando hemos sido inclementes, porque pedir respeto si somos intolerantes y no aceptamos a nuestros conocidos, amigos y familiares tal cual son; porque odiar a nuestros gobernantes cuando somos tan incapaces de no poder construir y gobernar una familia que se pueda basar en el respeto y el amor. En mi artículo anterior fui criticado por mi forma de ver la vida y manifestar mi corriente humanista, a todas aquellas personas que no les pareció mi reflexión, los invito a crecer en el espíritu, en este país y planeta entramos todos y si de verdad quieren construir una verdadera oposición le ruego que acudan a valores como el respeto, no es que sea un pastor evangélico, de los cuales tengo muchos y excelentes amigos. Pero por favor construyan una matriz de valores por la que la gente se interese en participar y puedan fortalecer su propuesta política para nuestra nación Bolivariana. Vivo en la acción del perdón el odio se lo dejo a los insensatos.
Geógrafo

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