martes, 13 de septiembre de 2011

La Soledad es el Producto de Continuas Tristezas

En estos días, una de mis lectoras me pidió que le escribiera algo sobre la soledad, porque se sentía muy triste. ¿A raíz de eso? Quise  indagar el porqué una persona joven puede plantearse a temprana edad una situación de este tipo y saltaron a mi mente diversas hipótesis. Espero entonces, que alguna de ellas sea la que encaje en la vida de esa persona que me hizo tan difícil solicitud. El asunto es que la soledad no obedece a un patrón común en lo que se refiere a las causas que la originan, pero cuando asumimos su rol esta tiene un efecto común que radica en el aislamiento, y que repudia cada cosa o individuo que hayan estado vinculados a la causa generadora que llevó a la persona a querer estar sola. Pienso que la soledad genera un momento ideal para una actitud reflexiva, es un vacío que, por momentos necesitamos para procurar un acto de contrición que conlleve al perdón y a retomar el camino. En oportunidades nos encontramos diversos títulos de poemas y canciones relacionados con la soledad, historias que convertimos en espejos de lo que nos agobia y nos paraliza en el camino de la vida. El detalle se presenta cuando nos hacemos presa de la soledad y dejamos de creer en nuestra capacidad de seguir viviendo, nos hacemos arrogantes, incomprensibles para uno mismo y para nuestro alrededor, hiriendo, en oportunidades a personas que nos aman de verdad y que sufren al ver y saber de nuestras soledades. Algo debemos tener presente: somos seres imperfectos y dueños de nuestros actos, por consiguiente, construimos infiernos y paraísos de nuestra vida. Así pues, ¿Qué razón tendría para culpar a los demás de lo que me pasa, si fue una decisión propia, resultado de aferrarme a algo o de amar imposibles? Sin embargo, no todo lo que encierra la soledad es totalmente mal, ella permite exteriorizar, a través de la pluma, esas lecturas de vida, que enriquecen al poeta, para elaborar sus versos. Las reflexiones que genera la soledad, si no son manejadas para el crecimiento personal terminan haciendo un daño terrible, minimizan en la persona la capacidad de hacer; limitan las oportunidades naturales que, por órdenes divinas estén orientadas para ellas; bloquean el deseo de vivir; y hasta llevan a tomar las almas débiles fatales decisiones. No es culpa de los demás lo que otros decidieron vivir, más aún cuando en oportunidades fueron advertidos por un familiar, amigo o cualquier texto de reflexiones de vida. Debemos ser responsables antes de asumir cualquier problema y después que aparece también. Lo mejor en todo caso es escuchar las alertas tempranas que da la gente que ha caminado un poco más, se deben respetar los años que van a delante, en ellos hay sabiduría. Ahora bien, que vivir en soledad te hace dependiente de algo, te hace adicto; y esa adicción que puede ser lícita o ilícita, muchas veces genera patologías públicas que irrumpen en la vida social individual y colectiva. La soledad entristece el corazón, sientes que has perdido tu capacidad de amar, no permite liberar pasiones, crea una generalidad negativa hacia el mundo por experiencias individuales y limita tus ganas de vivir, entre otras cosas.
Yo, en lo particular, disfruto la soledad y no permito que la soledad disfrute de mi, tengo por quién y por quiénes vivir, no permito que mi pensamiento de hombre libre se vea afectado por los desaciertos vividos, soy el autor de un libro de vida en el que podemos encontrar un gran abanico de situaciones cargadas de alegrías, tristezas, añoranzas, sueños, ansiedades, vinos, aromas, sabores, colores, melodías. Cada una de ellas produjo un hombre lleno de plenitud, capaz de transcender frente a la adversidad; de creer en que los sueños, gracias al esfuerzo y la constancia, pueden ser alcanzados con éxito. Capaz de valorar con respeto la vida misma y amigo de los excluidos, quienes son parte integral de la realidad humana.
Disfruto de la soledad porque ayuda a brotar en mí, líneas de inspiración que se convierten en estas cosas que escribo, en la búsqueda de ayudar o de ver otras perspectivas de los haceres humanos en la interpretación del hombre como sujeto y en la aceptación de su conducta. En definitiva, así como el ser feliz es una decisión de vida, el vivir en soledad también lo es.
No tener la capacidad de superar las cosas y encerrarse en ese cuarto oscuro llamado soledad, solo tendrá un desenlace: convertirse en un ermitaño.
Geog. Joselino Serrano M.

No hay comentarios: