lunes, 5 de septiembre de 2011

¡Mi Pana José Vicente!

En el día de hoy me entere del asesinato de un compañero de trabajo que apreciaba mucho, ese aprecio obedeció a la vocación y espíritu de cuerpo manifestado por esa persona al encomendarle una tarea, el respeto, la disciplina en el hacer de las cosas prevalecían en el. En cada conversación sostenida con él había una preocupación recurrente por la institución que en momento me parecía exagerada. Definitivamente hizo de su trabajo una gloria y en ella murió, convicción al trabajo o necesidad solo en su silencio profundo estará la repuesta, seguro no vivía para el renombre y desde su perspectiva de vida entendía que la verdadera gloria la tenía al lado de sus seres querido. En definitiva hipoteco su vida al trabajo. En este momento siento una impotencia tan grande, que la puedo descubrir por el lagrimear de mis ojos y es que las lagrimas se manifiestan por todos los sueños que describían sus palabras, en los pequeños recorridos que hicimos cuando me iba a buscar en el aeropuerto, residencia, oficina o cuando iba a buscar a mis hijos a Maracay, fueron muchas sus insistencias de trabajar conmigo y nunca llego tarde a mi búsqueda, monitoreaba mis regresos a caracas para ir por mí, te lo agradeceré infinitamente en el alma hermano. En sus palabras se dibujaban sueños y colores de esperanza hacia su familia, era interesante escucharle y mirarle la sonrisa que atomizaba en su rostro contagiando en uno, -por lo menos en mi lo logro- el valor familiar, creo que tenia por lema “el sí se puede”. Siempre buscaba una escusa para acercarse en los viajes que hacia hasta donde estaba su familia, cuando la visitaba me lo comunicaba con una alegría sin igual, que me contagiaba la necesidad de ver a los míos, a buen concepto familiar tenía este amigo, me hablaba de su papa como su dios, cosa que me identificaba con él porque yo hablo así del mío.
Debo decir con orgullo que perteneció a nuestra gran familia SAIME, comprendió su deber como venezolano comprometido con nuestra institución y la patria, seguro nos dejo muchas lecciones no solo de trabajo sino de responsabilidad, solidaridad y lealtad. Repudio con todas mis fuerzas, esas manos asesinas que se atrevieron interrumpir ese sueño llamado José Vicente, ruego a dios para que su alma consiga reposo en su morada e invito a quienes permanecemos de este lado a reflexionar, sobre la dependencia colectiva que lideramos como cabeceras de familia, el reencuentro familiar es necesario y oportuno retomar, es una de la lectura que le doy a la mudanza de mi amigo, porque sé que ahora más que nunca está vivo acompañándonos, cuidándonos, protegiendo nuestros pasos.
Mi gran y querido pana, que dios te bendiga hoy y siempre, protege a quienes dejas, quienes te conocimos reconocemos tu enseñanza de perseverancia y una máxima de amor y sacrificio familiar; al igual que muchos de tus amigos, vivimos distanciado de nuestro seres querido, que en cualquier momento por cuestiones del destino, podemos ser presa de lo que a ti te sucedió.
Dios te bendiga hermano, que arrecho es despedirse de esta manera…..

Joselino Serrano

1 comentario:

Anónimo dijo...

Compañero, sus palabras me hicieron llorar tan temprano, vaya toda mi solidaridad y estima en este momento tan dificil para todos los compañeros de trabajo de este joven, que solo le conocí una vez y eso fue el primer dia que comence en el SAIME, y es como usted dice, me llevo a sacar el carnet y tranquila que yo le espero y hablando de su familia, de todos los compromisos con su trabajo, y pense existe personas que si quieren sus trabajos, que si les gusta trabajar. Un abrazo solidario. Carolina Ibarra